Citando la presentación que hace el Grupo Editorial Penguin Random House, el libro que acaba de publicar el bogotano Pedro Vargas Hernández, Nacimiento de los fantasmas, es un conjunto de relatos urbanos, simbióticos y duros como la roca, que hacen pensar que el autor escribe con un cuchillo apretado entre los dientes.
En efecto, es un libro muy bien escrito por un autor que ha sido premiado con varios premios internacionales de cuento, obra contado con una prosa ágil y ruda en el sentido que es directa en los temas que toca con historias angustiosas y cargadas de un profundo sentido humano.
Pedro Vargas Hernández es un autor nuevo, marginal, a pesar de residir en Bogotá, y se debe aclarar nuevo, porque es el primer libro con que llega a las librerías, así su trabajo venga madurando desde hace varios años.
Lo conocí en el 2003, cuando ganó un premio de la Fundación Gabriel García Márquez, es guitarrista, amante del rock industrial, el fútbol y las series negras, lector y alumno de autores como Jhumpa Lahiri, Coetzee, Leonardo Padura y Haruki Murakami.
En Nacimiento de los fantasmas reúne 21 historias, algunas demasiado crueles como el relato que da título al libro donde el miedo de las guerras persigue al protagonista hasta Bogotá, el cual no termina de regresar a su casa porque sigue preso de los pavores y fantasmas que le dejaron sus años como guerrillero.
Es una prosa muy bien trabajada, aparece el lenguaje poético, principal exigencia de la literatura de todos los tiempos, un lenguaje con epítetos bien ubicados, los necesarios, sin caer en las redundancias y la adjetivación ingenua de los principiantes.
Árboles emplumados narra desde el dolor y la ternura la manera impredecible como la vida cuida de la vida misma en medio del conflicto que generaron las guerrillas. Sobre este cuento Manuel Zapata Olivella, que me acompañó como jurado de un premio literario, dijo, “es un texto con importantes símbolos y en los símbolos debes fijarte”.
Por su parte, Vestidos de agua es de una ambigüedad impresionante, relato enigmático y surrealista que atrapa, precisamente, porque el lector se siente incómodo al no lograr precisar el sentido de la fábula. El estilo a veces varía hacia una narración deliberadamente grotesca, cuando lo exige el tema o los personajes que aborda.
En términos generales, son bastantes los aciertos de Pedro Vargas Hernández que permiten afirmar que estamos ante una nueva voz de la literatura colombiana que debuta con ambición y un sentido profundo de la poética, circunstancia que indudablemente seguirá madurando a través de nuevos textos.
Lamentablemente la raquítica valoración literaria con que cuenta Colombia o la ausencia de una crítica literaria seria y que se trabaje desde la academia bajo los rigores de un proceso, no permitirá situar en los lugares que se merece obras como las de Vargas Hernández u otros autores.
Sin embargo, Nacimiento de los fantasmas es un libro que recomendamos a los lectores, ese raro espécimen que, en ocasiones, deambula en busca de frutos exóticos que, de cuando en cuando, aparecen en alguna región del país. Estoy seguro que no se sentirán defraudados.
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