El Médico Internista y Endocrinólogo, Fernando Otmaro Belalcázar, es un destacado profesional, punto de referencia del éxito académico que se forja desde el núcleo familiar con metas claras y vocación y trabajo permanentes. Como quiera, es hermano de la abogada Francia Helena Belalcázar Chaves, estudiante brillante de la Universidad de Nariño que, en su momento, fue considerada la mano derecha del entonces gobernador, Antonio Navarro Wolf, en la asesoría jurídica.
Fernando Otmaro Belalcázar, quien reside en la ciudad de Pereira y es Magister en nutrición deportiva y miembro de número de la Asociación Colombiana de Endocrinología, catedrático en algunas universidades del país, atendió nuestra solicitud para hablar de un problema de salud muy importante: la obesidad.
Según el profesional, desde el origen de la especie humana, estamos predispuestos genéticamente a ser obesos; la necesidad de subir árboles, atravesar cordilleras, ríos y mares para obtener el alimento, hacen del tejido adiposo –conocido como tejido graso– la batería o reservorio de energía, necesario para sortear situaciones como el hambre, la sed y el frío y las infecciones, entre otras.
Sólo hace 10.000 años, cifra equivalente al 0.14% de nuestra evolución, el hombre aprendió el oficio de ganadería y agricultura, como medio para subsistir. Desde ese momento y, con el advenimiento de la industrialización, los combustibles, electricidad, gas y afines, la capacidad del hombre para quemar energía se vio menguada.
“Ejemplos claros son el sedentarismo causado por el uso del automóvil, los servicios a domicilio, el uso del celular como herramienta que facilita nuestra vida, pero que a su vez aumenta el riesgo de enfermedades asociadas a la obesidad”, afirma el profesional de la salud. Y explica que nosotros hemos dejado de caminar grandes distancias o de visitar las casetas telefónicas o más aún, visitar bibliotecas, porque hoy en día todo lo obtenemos a un click de distancia.
Y, así, las estadísticas de encuestas nacionales lo ratifican; el 80% de nuestros adolescentes son sedentarios, sinónimo de obesidad a mediano y largo plazo, jóvenes que están expuestos en el futuro a enfermedades tales como hipertensión arterial, diabetes mellitus, dislipidemia, enfermedad coronaria, enfermedad cerebro vascular y un 29% de muerte por todas esas causas.
En Colombia, el 56% de la población tiene exceso de peso, lo cual significa que de 10 personas 6 están en el rango de sobrepeso y/u obesidad.
Ante tan alarmantes indicadores, en las últimas décadas, varias sociedades científicas en el mundo se han pronunciado ratificando a la obesidad, no como una condición, sino como una enfermedad crónica, recurrente, multicausal, controlable con pérdida de peso lento, que cursa con múltiples condiciones y frecuentes recaídas y que requiere manejo a largo plazo.
¿Cuál es la solución?
Ante la evidencia tan clara, se fija la prescripción del ejercicio como el mecanismo fundamental para lograr que la demanda de energía supere la oferta y, así, se produzca un déficit calórico que permita mejorar nuestra condición humana, ya alterada hace miles de años.
La excusa es que no hay tiempo para hacer ejercicio, aunque las estadísticas demuestran que, en el mundo, los individuos pasan más de 4 horas frente a una pantalla de televisión, un factor que aumenta el riesgo de diabetes mellitus tipo 2 y otras enfermedades. Paradójicamente las personas se quejan de no tener 30 minutos al día para hacer actividad física.
Para Fernando Otmaro, los cambios en el estilo de vida son la base de la terapia anti-obesidad, pues se encuentra demostrado que no existe una píldora mágica o un tratamiento fácil para perder peso. De manera que, para enfrentar la referida anomalía la gente debe orientarse por la máxima de que “el que come poco y bien, vive mucho y mejor”. En consecuencia, el otro factor importante a la hora de prevenir o bajar de peso es cambiar los hábitos alimenticios.
Aunque no exista consenso sobre cuántas de las graves enfermedades del mundo occidental podrían evitarse mediante una alimentación correcta, una cosa es segura: serían muchas. Hipertensión arterial, diabetes, infartos y apoplejías, incluso el cáncer que llena las camas de los hospitales y las consultas de los médicos, son prevenibles con una adecuada alimentación. Y, en este punto, la obesidad ocupa un lugar preponderante en el control que se puede realizar desde lo que se consume cada día, pues es un desorden originado en el metabolismo y los hábitos equivocados a la hora de alimentarnos.
La invitación, entonces, es a que los colombianos abandonemos el sedentarismo y le demos la importancia que se merece al movimiento, cuidando a la vez la variedad y calidad de los alimentos, motivados por la meta de vivir más años en mejores condiciones de salud.
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