Constanza Bravo Granadino: memoria y territorio en una imagen
- Albeiro Arciniegas Mejía
- 3 ago
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Nacida en Temuco, en el sur de Chile, Constanza Bravo Granadino está construyendo una trayectoria artística que trasciende los límites de la fotografía convencional. Con formación académica en grabado y un máster en fotografía contemporánea latinoamericana, Bravo se consolida como una de las voces más reflexivas y consistentes de la imagen artística en América Latina.
Para la fotógrafa chilena su relación con la fotografía comenzó en la adolescencia, gracias a una cámara que su padre le regaló. “Era una Nikon 100, mi primera cámara”, recuerda. Ese gesto fue el inicio de una búsqueda que la llevaría más allá del simple registro visual.
De Chile a la escena latinoamericana
Bravo inició su formación en talleres en Temuco, pero más tarde se trasladó a Santiago para estudiar en la escuela El Arco, y luego cruzó fronteras hacia Lima, Perú, donde cursó su máster de fotografía contemporánea latinoamericana en el Centro de la Imagen. Esta etapa marcaría un punto de inflexión en su carrera.
Entre sus proyectos más importantes se destacan Fractal, una exploración fotográfica sobre las ruinas prehispánicas en Lima. La obra fue presentada en Perú, México y Chile y abrió nuevas rutas temáticas en su trabajo: el paisaje y el territorio como espacio de múltiples lecturas.
Otro de sus trabajos relevantes surgió en Tijuana, México, en la frontera con Estados Unidos. Un espacio de tensiones, migración y tránsito, que capturó su atención por ser –como ella define– “contenedores de información”.
En relación con el arte de la fotografía artística dice que la diferencia entre ésta y la fotografía convencional radica en la intención. “Mientras la fotografía cotidiana suele capturar momentos espontáneos, la artística parte de una investigación, de un proyecto con un discurso detrás”.
Y, tal vez por eso, en sus imágenes, el paisaje no es un simple escenario, sino una narrativa viva, plagada de simbologías históricas, sociales y políticas. “Me interesa trabajar con paisaje y territorio, espacios que no necesariamente tienen presencia humana, pero sí la huella de nosotros”, señala. Y, así, sus obras pueden prescindir del retrato directo y enfocarse en lo que los lugares dicen sobre quienes los han habitado, destruido, reconstruido o simplemente transitado.
Bravo reconoce que el espacio para la fotografía artística se encuentra en crecimiento en América Latina. “Cuando empecé a estudiar, no había mucho espacio para la fotografía. Predominaba la fotografía documental, muy ligada al reportaje periodístico. Pero eso ha cambiado. Ahora se ve la fotografía en museos, galerías y fondos concursables”.
En cuanto a referentes en el campo de la fotografía menciona a varios colegas y maestros suyos como Jorge Gronemeyer –“un profesor que me marcó profundamente”–, además de fotógrafos como Rodolfo Muñoz, Gaspar Abrilot, Rosario Montero, Camila Rodrigo, que es peruana y muchos otros.
Como artista consagrada a los jóvenes interesados en la fotografía les brinda un generoso consejo: “Si sienten pasión, háganlo. Vean imágenes, pero no solo fotos. Pintura, grabado, escultura. Todo lo que contribuya a desarrollar una cultura visual sólida. Porque una buena fotografía nace también de saber mirar”.
Actualmente, Bravo compagina su trabajo creativo con la docencia. Ha sido invitada a formar parte de un diplomado en fotografía de arquitectura, al tiempo que desarrolla dos proyectos personales. Uno de ellos se centra en la comuna de Colina, en la Región Metropolitana de Santiago, donde investiga la falta de planificación urbana, tomando los cerros como ejes de análisis visual.
Desde Chile, Constanza Bravo Granadino sigue documentando, enseñando y “haciendo ver” con una visión distinta. Y su obra se convierte en testimonio de que la fotografía puede ser mucho más que técnica: es memoria, territorio y pensamiento.
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