Jerónimo de Argentina: la voz que sobrevive al tiempo
- Albeiro Arciniegas Mejía
- hace 3 horas
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“Llevo 53 años de carrera y sigo como el primer día”, dice con orgullo el maestro Alberto Pedro González Quevedo –más conocido como Jerónimo–, la voz que inmortalizó Siempre te voy a querer, uno de los himnos universales de la balada romántica de finales del siglo pasado. “Sigo produciendo, componiendo y, según mis fans, cantando mejor que nunca”, sonríe.
Su historia comenzó en un pequeño pueblo llamado Las Carabelas y, aunque recorrió escenarios por todo el mundo, nunca se desprendió de sus raíces. “El hombre, cuando deja de ser lo que es, se pierde”. Y él jamás quiso perderse ni alejarse de lo que más lo identificó como persona y como artista.
Aunque cantaba desde los cuatro años, su destino cambió el día en que Leo Dan, figura emblemática de la música argentina, lo escuchó interpretar uno de sus temas. “Él y su gente me dijeron: Ve a Buenos Aires, que allá es donde tienen que escucharte”. Y así lo hizo. Lo sorprendió una ciudad tan enorme. Pero con madurez y talento la predicción de Leo Dan se cumplió: “Y aquí estamos”.
Fue entonces cuando empezaron a llegar las canciones que marcaron una época. Dos que parecen uno, Eres mi vida, No te vayas nunca, Amor mío, Por ella yo sería, El amor dónde está, Algún día volveré, Te desafío. En el caso de Siempre te voy a querer recuerda que la estrenó en el auditorio de Palma de Mallorca y, desde el primer día que la cantó, supo que iba a ser un éxito. Pero fue Dos que parecen uno la canción que le abrió las puertas del mundo y a partir de allí vinieron las demás.
Hablar con Jerónimo es hojear las páginas de una enciclopedia viviente de la música romántica latinoamericana. Es un hombre cálido y amable y transmite serenidad, consciente que los logros de su carrera musical son históricos e importantes tanto en su país como en el exterior. Al recordar las décadas de los 70 y los 80 dice: “Fue la época de una generación dorada. Como si Dios hubiera enviado ángeles para acompañar ese momento”.
Para Jerónimo, cantar no es una opción, es una misión de vida. “Yo canto porque sé que tengo algo que Dios me dio y tengo que compartirlo con la gente”, manifiesta con la fe y la sencillez que caracteriza a los hombres de pueblo, a los que nunca se comieron el cuento de la fama y el reconocimiento. A los que son capaces de tomar de la mano el cariño de la gente y caminar tranquilos por una calle de Buenos Aires, Santiago de Chile o Bogotá.
Jerónimo es universal porque su canto y su vida están envueltas en los halos de la poesía. Y por eso se mantiene vigente. “Siempre te voy a querer tiene más de 40 años y sigue sonando con la frescura del primer día”. Esta canción cuenta con versiones de otros artistas. Algunos incluso, “atrevidamente, han puesto autor anónimo”. Pero él no se queja. Al contrario: agradece que su música brinde trabajo a muchos de sus colegas. “Es un abrevadero de muchos cantantes”, vuelve a sonreír.
Medellín en su camino
Jerónimo vivió en Medellín, ciudad a la que guarda especial cariño. Allí se casó con una colombiana, su actual esposa; a la hora de dialogar con él, visitaba a su familia en Argentina y componía en su casa de Junín. “Me gusta esta tranquilidad. Las ciudades grandes no me gustan. Acá soy feliz.”
En su día a día hay pájaros, pinos, guitarras, y también una madre de 94 años que aún lo acompaña. “Le digo: Mamá, no me vas a aflojar, ¿eh?”, y ella me responde: “No, no, tranquilo, yo voy a quedarme hasta que Dios lo diga”. Hay ternura en su voz que traspasa la línea telefónica y una sinceridad que habla de una elevada condición humana: “En el escenario soy el artista, pero en la vida soy un hombre común que quiere seguir siendo quien es”.
Recientemente lanzó Íntimo, una nueva canción que recomienda con entusiasmo. También grabó Bandidos, un dúo con Fausto de América, el gran artista antioqueño. “Es buena música, buena música”, reitera. Lo cual es cierto, si proviene de una marca como la suya, pues la autenticidad de Jerónimo es indudable. Parte de la convicción de un artista que no se deja arrastrar por las modas.
En uno de sus textos, Mario Benedetti afirma: “De ahora en adelante sólo existirá la cultura del ruido y de la imagen”. Y el poeta uruguayo acertó plenamente. Pero, en este mundo de ruido e imagen y marketing estratégicamente programado, Jerónimo resiste. Y en esa resistencia hay belleza y talento, originalidad, creación. El sabor de la poesía en canciones que hablan de amores y emociones que todavía nos habitan. Y que son el testimonio de una voz –la suya– que sigue cantando como si el tiempo no existiera.
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