“La familia Brito en la Guajira es dinastía, es así como mi padre cantaba, cuando todavía no teníamos la oportunidad de grabar u organizar grupos musicales con fines comerciales”, explica Silvio Brito, intérprete que nació en Fonseca, al norte del país, e impuso éxitos como Llegaste a mí y Huellas de un recuerdo que hicieron parte de su primera producción musical grabada en 1977.
Primo del cantante y compositor Romualdo Brito, a quien le ha grabado algunos de sus temas, Silvio inició su carrera con Los Hermanos Meriño para continuarla con El Pangue Maestre, Colacho Mendoza, Harold Rivera y otros importantes acordeonistas que su talento terminó convirtiendo en reyes vallenatos.
Dice que el vallenato tiene mucha narrativa, que la música de acordeón es portadora de mensajes, aspectos que le agradan a la gente; luego, aparece el vallenato lírico donde viene un tipo de canción que, sin salirse de los parámetros tradicionales, habla del amor y sus matices, lo cual ha permitido que la música vallenata siga imponiéndose y conquistando el gusto del público en Colombia y el exterior.
Para el maestro Silvio Brito, En carne propia fue uno de sus mayores éxitos y el más recordado, pues dicha canción se impuso en todo el país y le permitió consolidar su fama y su prestigio como intérprete.
Venezuela, Panamá, México, son algunos de los países que le abrieron las puertas para deleitarse con su música y que han apreciado el carisma de una voz cuyo acento grave y singular le sirvió para escribir uno de los capítulos más bellos de la música vallenata en Colombia.
Con nostalgia, Silvio Brito dice que actualmente se enfrenta una situación muy difícil, por cuanto las disqueras colombianas, ya no están produciendo el vallenato de su época, el tradicional, lo hacen con el ritmo de lo que se dio por denominar la nueva ola, pero que se olvidaron de ellos. “Se podría hacer una producción por nuestra cuenta, pero es complejo pues en Colombia situar un disco cuesta mucho, se necesita alrededor de trescientos millones de pesos para producirlo, promocionarlo y pegarlo en todo el país”, afirma.
“Parece que nos vamos a quedar con lo que hicimos que, si bien, de pronto no sea suficiente, por lo menos es bastante y nos sirve para seguir trabajando y viviendo de la música”, finaliza.
Silvio Brito, en todo caso, es un poema, una voz lírica que le canta al amor desde la época de los grandes intérpretes, muchos de ellos ya desaparecidos como Rafael Orozco y Diomedes Díaz y otros que son una auténtica riqueza del folclor nacional como Otto Serge, Rafael Ricardo, Romualdo Brito, Jorge Oñate y Poncho Zuleta.
Al maestro sólo se le puede desear lo mejor en estos años y que siga disfrutando de una fama bien merecida y el aprecio y el cariño de los colombianos que valoramos su talento.
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